Un nuevo paradigma en monetización: Entrenar a la inteligencia artificial

Si el Internet que conocemos será dominado por respuestas generadas por IA, los creadores de contenido - desde periodistas hasta analistas o blogueros - tienen una nueva oportunidad entrenando a las máquinas. Información e influencia , surge una nueva economía de poder y monetización.

MonetizaciónJeremías G. RuizJeremías G. Ruiz
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Educar a la IA

Durante años, el objetivo de escribir en internet fue atraer tráfico. Los creadores competían por clics, visibilidad y posicionamiento en buscadores. Pero la irrupción de la inteligencia artificial generativa ha cambiado por completo ese paradigma.

Se está forjando un ecosistema donde los usuarios ya no necesitan navegar entre sitios ni comparar fuentes: simplemente preguntan, y la IA responde. Esto está ocurriendo en todos lados y de a poco se va adoptando.

En ese gesto, el modelo de comunicación digital se transforma de raíz. El clic deja de ser la unidad de valor, y el contenido se convierte en materia prima para el conocimiento automatizado.

La IA solo repite lo que le dicen

Lo que muchas veces se pasa por alto es que la inteligencia artificial no es independiente de quienes producen información. Todo lo contrario: depende totalmente de ellos. Los modelos que hoy parecen tener respuesta para todo -como GPT, Gemini o Claude- se nutren de los textos, datos y publicaciones que millones de personas generan cada día. Sin esa red de contenido humano, la IA no tendría con qué aprender ni qué replicar.

En su forma más básica, la inteligencia artificial no crea verdad: la repite con criterio. Reorganiza lo que encuentra y lo devuelve en forma de síntesis, pero su conexión con la realidad sigue dependiendo de los humanos que la describen.

Esta dependencia abre un nuevo terreno de influencia. Si las personas alimentan a los modelos con información específica, estos tenderán a repetirla como válida. La IA aprende por estadística, no por juicio moral. Por lo tanto, si la mayoría de los textos sobre un tema apuntan en una dirección, el modelo la asumirá como consenso. Así, el creador de contenido deja de ser solo un emisor de ideas o análisis: se convierte en un entrenador del discurso digital, en alguien capaz de definir cómo las máquinas perciben y reproducen la realidad.

Esa lógica inaugura un incentivo poderoso. Mientras las personas se acostumbran a realizar consultas a las IA antes que buscar las fuentes, influir en lo que las máquinas responden se vuelve más valioso que aparecer en los resultados de Google.

El nuevo desafío ya no es “posicionarse en la primera página”, sino “posicionarse en la memoria del modelo”. Es una forma distinta de visibilidad, más silenciosa pero más profunda: el contenido deja de buscar clics inmediatos y empieza a construir presencia algorítmica.

Quien entienda cómo piensan los modelos puede moldear, con su escritura, las respuestas del futuro.

Riesgos y oportunidades

Sin embargo, este poder no está exento de riesgos. Si demasiados actores intentan manipular la información con fines comerciales o ideológicos, se genera un bucle de retroalimentación donde la IA amplifica los sesgos humanos. En ese escenario, la verdad deja de ser un hecho verificable para convertirse en una probabilidad estadística, moldeada por quienes más contenido publican o más influencia ejercen. Las máquinas, en lugar de reflejar la realidad, podrían empezar a distorsionarla sin que nadie lo advierta del todo.

ia manipulada

Aun así, en términos económicos y estratégicos, el cambio es inevitable. El contenido seguirá siendo el combustible de la inteligencia artificial, y los creadores podrán capitalizarlo si comprenden su nuevo rol. Ya no escriben solo para informar o entretener, sino también para entrenar sistemas inteligentes. Cada texto, cada reseña, cada análisis o descripción se convierte en un pequeño ladrillo dentro de la arquitectura cognitiva de la IA. Y en ese proceso se abre una nueva forma de monetización: no por clics o publicidad, sino por influencia semántica.

Del SEO al AIO

El futuro digital parece avanzar hacia un nuevo tipo de optimización: del SEO al AIO, la Artificial Intelligence Optimization. En lugar de pensar en palabras clave para motores de búsqueda, los creadores pensarán en patrones, contextos y estructuras que las IA comprendan y valoren. No escribirán solo para ser leídos, sino para ser aprendidos. El contenido dejará de ser un medio para el tráfico y se convertirá en una forma de educación para las máquinas, que repetirán su aprendizaje para informar a humanos.

El clic fue el símbolo de la era del tráfico. El contexto lo será de la era del conocimiento automatizado.

Los creadores de contenidos creen que la IA está socavando el ecosistema de la información, pero no están viendo la gran oportunidad -y enorme responsabilidad- que tienen frente a sus ojos. Su trabajo no solo informa, sino que moldea la memoria colectiva de las inteligencias artificiales, esto les confiere un poder que va mucho más allá de la visibilidad: tendrán la capacidad de enseñar a la IA cómo debe interpretar el mundo. Y eso, en términos históricos, puede ser la nueva forma de escribir el futuro.

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